martes, 5 de junio de 2012

Asamblea del Año XIII - Antecedentes - 1812 - Parte 1


Año 1812

Para comprender lo actuado por la Asamblea del Año III, es importante estudiar en detalle los sucesos del año 1812. Es un año pródigo de acontecimientos que llevarán a la convocatoria de la Asamblea y que sentarán las bases para configurar la identidad de la argentina de hoy. Por este motivo dedicaré una atención mayor a los sucesos de ese año. Para una mejor publicación lo dividiré en sus cuatro trimestres.

Primer trimestre de 1812: enero, febrero y marzo.


Durante los últimos días de 1811, el 24 de diciembre, Bernardo de Monteagudo se hizo cargo de la edición de la Gaceta de Buenos Aires. Había dos ediciones semanales, el anterior editor, Vicente Pazos Silva, se ocuparía de la edición de los días martes y Bernardo de Monteagudo, la de los viernes.[1] Se produjo entonces un debate entre ambos editores que dio lugar a una de las primeras polémicas periodísticas de Buenos Aires. De cualquier forma, La Gaceta siguió apareciendo los viernes, redactada por Monteagudo y Pasos Silva publicó un nuevo periódico con el nombre de El Censor.

En el mes de enero se creó la Sociedad Patriótica, a instancias de Monteagudo. En la Gaceta de Buenos Aires del 10 de enero escribía:

Así como es imposible distinguir la belleza de una pintura animada sin el auxilio de la luz, no lo es menos conocer el precio de la LIBERTAD en medio de las tinieblas de la ignorancia.[2]

Manuel Belgrano, que se encontraba al frente del regimiento de Patricios, fue enviado por el Triunvirato a Rosario con el objetivo de defender esas costas de los ataques de la flota realista de Montevideo, que invadían las estancias costeras para proveerse de ganado y alimentos. Estaba emplazando dos baterías de cañones que denominó: Libertad a la primera e Independencia a la segunda. Estos nombres nos indican hacia dónde se encaminaban los más decididos revolucionarios de Mayo. Desde allí escribe al Triunvirato, el 13 de febrero solicitando permiso para que sus soldados utilicen la “Escarapela Nacional que debemos usar para que no se equivoque con la de nuestros enemigos.” [3]

La propuesta de Belgrano fue aceptada. La respuesta del Gobierno, del 18 de febrero dice:

En acuerdo de hoy se ha resuelto que desde esta fecha en adelante, se haga, reconozca y use la Escarapela Nacional de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, declarándose por tal la de los colores blanco y azul celeste, y quedando abolida la roja con que antiguamente se distinguían.[4]

Fue la primera vez que las tropas se distinguieran con una insignia nacional, y también fue el principio de la creación de los símbolos que definirán la futura Identidad Argentina.

Pero Belgrano continuaba con sus ideas de crear los símbolos que distinguieran a los ejércitos de la patria. Al inaugurar la batería Independencia, izó por primera vez la bandera que ahora es la Bandera Argentina. Pidió autorización al Triunvirato en los siguientes términos:

Exmo. SEÑOR:
En este momento que son las seis y media de la tarde se ha hecho salva en la Batería de la Independencia y queda con la dotación competente para los tres cañones que se han colocado, las municiones y la guarnición.
He dispuesto para entusiasmar las tropas, y estos habitantes, que se formen todas aquellas , y hable en los términos de la copia que acompaño.
Siendo preciso enarbolar Bandera y no teniéndola la mande hacer blanca y celeste conforme a los colores de la Escarapela nacional, espero que Sea de la aprobación de V E.
Rosario, 27 de Febrero de l8l2.
Exmo. Señor
 MANUEL BELGRANO [5]

El mismo día, el 27 de febrero, Belgrano fue designado como comandante del ejército del Perú remplazando a Juan Martín de Pueyrredón, por lo que se encaminó hacia el Norte con sus tropas.

El 3 de marzo el Triunvirato envió una nota a Manuel Belgrano reconviniéndole el uso del nuevo pabellón, alegando el inconveniente de la política exterior del gobierno. Es decir que todavía se seguía gobernando en nombre de Fernando VII, con el objetivo de mantener la neutralidad británica y evitar el bloqueo del puerto de Buenos Aires por los españoles de Montevideo. Belgrano, en camino al Norte, no recibió esta nota. [6]

En marzo se produjo un suceso de suma importancia para el futuro de la independencia de América del Sur: Llegaron procedentes de Gran Bretaña José de San Martín, Carlos de Alvear y el Barón de Holmberg, entre otros militares de carrera, que habían participado en España en la guerra contra los ejércitos de Napoleón, que ahora lucharían en las guerras contra los realistas.
La noticia en La Gaceta apareció en la edición del 13 de marzo de la forma siguiente:

Á este puerto han llegado entre otros particulares que conducía la fragata inglesa, el teniente coronel de caballería D. José San Martín primer ayudante de campo del general en xefe del exercito de la Isla Marques de Compigny : el Alerez de navio D. Jose Zapiola : el capitan de milicias D. Francisco Chilaver : el alferez de carabineros reales D. Carlos Alvear y Balbaltro :el subteniente de infantería D. antonio Arellano y el primer teniente de guardias valonas Baron de Olembert. Estos individuos han venido á ofrecer sus servicios al gobierno, y han sido recibidos con la consideración que merecen por los sentimientos que protestan en obsequio de los interéses de la patria.[7]

En esa misma edición de los viernes, Monteagudo se pregunta:

Me hé preguntado muchas veces poseido de diferentes afectos ¿qual será la suerte de mi patria? ¿Quien será el que enarbole el pabellon de su LIBERTAD? [8]

Palabras premonitorias pues llegaba al Río de la Plata uno de los futuros libertadores de América.



[1] Gaceta de Buenos Aires, Impresión facsimilar, Junta de Historia y Numismática Americana, Buenos Aires, 1911, Tomo III, p. 65.
[2] Ibidem, Tomo III, p. 92.
[3] Epistolario Belgraniano, Editorial Taurus, Buenos Aires, 2001, p. 139.
[4] Ibidem, p. 140.
[5] Ibidem, p. 144.
[6] Bartolomé Mitre, Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina, Félix Lajouane, Editor, Buenos Aires, 1887, Tomo II, p. 44.
[7] Ibidem, Tomo III, p. 146. Las palabras de los párrafos textuales están escritas con la ortografía y la acentuación del original
[8] Ibidem, Tomo III, p. 143.