lunes, 20 de mayo de 2013

El año 1813 Abril y Mayo


Abril

Durante el mes de abril de 1913 la Asamblea no produjo medidas importantes.

El 6 de abril se dictó un decreto que prohibía el uso de “uniforme o divisa militar por individuo alguno en todo el territorio de las provincias unidas, que no tenga despachos expedidos ó revalidados por el Supremo gobierno de la capital.” [1]

El 9 de abril expidió un decreto acerca de la “remoción de los empleados españoles europeos siempre que no obtuviesen título de ciudadanía”. [2]

Finalmente también se presentó a la Asamblea el representante de la ciudad de Maldonado, fueron aprobados sus poderes y se incorporó a la Asamblea.[3]

Mientras tanto se recibían noticias del avance de las fuerzas patriotas en el Alto Perú: De la ciudad de La Plata[4] el presidente realiasta, Juan Ramirez,  se retiró a Lima y los vecinos adhirieron a la Junta de Buenos Aires y nombraron en su lugar a Esteban Agustín Gazcón. También se retiró de Potosí José Manuel Goyeneche con una división de 450 hombres. El 12 de marzo de 1913 la ciudad de Tarija reconocía a la Asamblea General Constituyente.[5]

También desde la Banda Oriental, el 9 de abril, el ejército sitiador, por intermedio del General José Rondeau, reconoce a la “Asamblea Soberana de las provincias unidas.”[6]

De esta forma se consolida el acatamiento a la Asamblea de las ciudades del interior del territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata incluyendo el territorio completo del Alto Perú. También las ciudades de la Banda Oriental con excepción de la sitiada ciudad de Montevideo. Por este motivo, se exhorta a los pueblos liberados del alto Perú, de las ciudades de Charcas, Potosí, Cochabamba y La Paz, a nombrar delegados ante la Asamblea.[7] También, por este motivo se publicó un proyecto de ley para regular la minería en esas provincias.[8]

Mayo


Festejos del 25 de Mayo.

El redactor de la asamblea, posiblemente Bernardo de Monteagudo, escribió este corto párrafo para la celebración de la fiesta patria:

Es un deber de los hombres libres inmortalizar el día del nacimiento de la patria, y recordar al pueblo venidero el feliz momento en que el brazo de los mas intrépidos quebró el ídolo y derribó el altar de la tiranía. Á este fin se há acordado con presencia de una nota remitida por el Poder Executivo la siguiente
LEY
La Asamblea general declara el día 25 de mayo, día de fiesta cívica, en cuya memoria deberán celebrarse anualmente en toda la comprehensión del territorio de las provincias unidas del Río de la Plata, cierta clase de fiestas que deberán llamarse FIESTAS MAYAS, y se determinarán con oportunidad. =Firmado= Juan Larrea, presidente. = Hipólito Vieytes, secretario.
En el acto se nombró una comisión para que presentase un proyecto de fiestas nacionales, y recayó el nombramiento en los ciudadanos Vidal, Ugarteche y Alvear.


Vemos que a lo largo del transcurso de los meses, la Asamblea fue estableciendo los símbolos que luego conformarían la Nacionalidad Argentina. En este caso, al instaurar el día 25 de mayo como fiesta patria, que los argentinos celebramos hasta hoy.

El 7 de mayo se aprobó el reglamento de fomento de la minería que había sido propuesto por el Poder Ejecutivo.[9]

El 21 de mayo se declaró suprimida la Audiencia de Charcas y se suplantó con una Cámara de Apelaciones para “uniformar el sistema de administración de justicia en todo el territorio de las Provincias Unidas.”[10]

En esa misma sesión, la Asamblea tomó otra decisión importante. La supresión de los títulos de nobleza con la siguiente ley:

LEY
La Asamblea General ordena la extinción de los títulos de Conde, Marqués y Barones en el territorio de las Provincias unidas del Río de la Plata –Firmado=Juan Larea, presidente –Hipólito Vieytes, secretario.
También ese mismo día se suprimieron los instrumentos de tortura. La introducción que existe en el Redactor, también posiblemente de la pluma de Monteagudo comienza:
El hombre há sido siempre el mayor enemigo de su especie, y por un exceso de barbarie há querido demostrar, que el podía ser tan cruel como insensible al grito de sus semejantes. […] Tal es la invención horrorosa del tormento adoptado por la legislación española para descubrir los delinquentes. Sólo las lágrimas que arrancará siempre a la filosofía este bárbaro exceso, podrán borrar con el tiempo de todos los códigos del universo esa Ley de sangre…

LEY
La asamblea general ordena la Prohibición del detestable uso de los tormentos, adoptados por una tirana legislación para el esclarecimiento de la verdad é investigación de los crímenes; en cuya virtud sean inutilizados en la plaza mayor por mano del verdugo, antes del felíz día del 25 de Mayo, los instrumentos destinado a éste efecto. = Firmado= Juan Larrea, Presidente =Hipólito Vieytes, secretario.

Digna resolución que ennoblece a los integrantes de esa Asamblea. Desde ese momento fue abolida la tortura legal en nuestro país. Lamentablemente, diversos regímenes en distintos momentos de nuestra historia no hicieron honor a esa disposición y la aplicaron clandestinamente. Lo peor fue durante la última dictadura cívico-militar presidida por el hoy difunto, Rafael Videla. Pero la justicia de nuestro país, en consonancia con los próceres de la Asamblea, juzgó al genocida que terminó sus días en la cárcel.






[1] El redactor…, op. cit. p. 22.
[2] Idem, Íbid.
[3] Íbid, p. 23.
[4] Hoy se denomina Sucre, pero también fue conocida por Charcas o Chuquisaca.
[5] Gaceta…, op. cit. Tomo III, p. 441-443.
[6] Íbid, p. 445.
[7] El redactor…, op. cit. p. 26.
[8] Ïbid, p. 28.
[9] Íbid, p. 31.
[10] Íbid, p. 34.

martes, 5 de marzo de 2013

El año 1813 - Marzo



El mes de marzo de 1813 fue otro período de fecunda labor en la Asamblea. Se eliminaron los servicios a que estaban obligados los pueblos originarios y se los consideró como ciudadanos libres con igual derecho que el resto. Se definió el sello del nuevo Estado, que constituye hoy el escudo de la Nación Argentina. Se extendió la libertad a los esclavos a todos los que ingresaran al territorio de las Provincias Unidas. Se abolió el Tribunal de la Inquisición.

En el número de El Redactor del 6 de marzo de 1813 se explica que las sesiones de la Asamblea se seguirán publicando en este medio y no en la Gaceta Ministerial a los efectos de no repetir información.[1]

A continuación escribe lo actuado en la sesión del día 27 de febrero en el que se redactó el reglamento provisorio para el Poder Ejecutivo, consagrándose como tal al Triunvirato hasta la sanción de la Constitución del Estado.[2]  Resulta entonces evidente que el objetivo de la Asamblea era de dictar una constitución, cosa que finalmente naufragó.

También informa que el 3 de marzo se conoció la victoria de las tropas comandadas por Manuel Belgrano en la batalla de Salta. En premio a este logro y en forma de recompensa la Asamblea consigna lo siguiente:

Los guerreros vencedores de Salta han defendido con honor y bizarría los sagrados derechos de la patria, haciéndose beneméritos de su gratitud en alto grado.[3]

También la Asamblea le asignó una pensión a la viuda de Mariano Moreno  como ciudadano virtuoso.[4]

En El Redactor del día 13 de marzo, luego de otorgar un premio al General Manuel Belgrano de 40 mil pesos, que luego donaría para la construcción de escuelas. Luego se resolvió, a instancias de Alvear, una cuestión, muy importante por sus implicancias posteriores, especialmente con los delegados nombrados por Artigas en representación de la Banda Oriental:

Los diputados de las provincias unidas, son diputados de la nación en general, sin perder por esto la denominación del pueblo á que deben su nombramiento, no pudiendo de ninguna manera obrar en comisión.[5]

Con este decreto comenzó a plasmarse la idea de un Estado Unitario.

En la sesión del 12 de marzo se sancionó un decreto que honra la memoria de esta Asamblea. La encendida pluma de Bernardo de Monteagudo nos introduce al tema:

No es menos cruel el tirano que se complace en ver la humanidad ahogada en lagrimas y sangre que un imprudente escritor quando se empeña en afligirla de nuevo, retratando con los rasgos de su pluma la imagen del crimen.

Sigue poco más adelante con un pedido o un deseo que se cumple a lo largo de los años, y en especial en la actualidad:

Yo quisiera que no profundo silencio envolviese en las tinieblas para siempre todos estos hechos atroces, que mas bien infaman á la especie que al individuo, mostrando hasta qué grado puede ser el hombre impío con sus semejantes, Mas por desgracia mis votos son inútiles, y yo preveo que la memoria de estos horrorosos atentados, afligirá á la humanidad, mientras existan los anales del pueblo español.

El decreto del viernes 12 de marzo deroga:

la mita, las encomiendas, el yanaconazgo y el servicio personal de los indios baxo todo respecto y sin exceptuar aun el que prestan á las iglesias y sus párrocos y ó ministros; siendo la voluntad de esta Soberana corporación el que del mismo modo se haya y tenga a los  mencionados indios de todas las Provincias unidas por hombres perfectamente libres, y en igualdad de derechos á todos los demás ciudadanos que las pueblan, debiendo imprimirse y publicarse este Soberano decreto en todos los pueblos de las mencionadas Provincias, traduciéndose en los idiomas Guaraní, Quechua y Aymará, para la común inteligencia.

Es el reconocimiento de que los pueblos originarios gozan de los mismos derechos que el resto de los habitantes del país.




En la sesión de la Asamblea del 13 de marzo se dispuso que el Poder Ejecutivo use el mismo sello que usaba la Asamblea. Este sello constituirá la base del escudo de la futura República Argentina.[6]



El lunes 15 de marzo se dispuso que las autoridades eclesiásticas nombradas desde España cesen en sus funciones.[7]

El Redactor, 27 de marzo publica una serie de decretos que son de capital importancia para determinar las ideas que imbuían a los representantes de las Provincias Unidas.

El importantísimo decreto del 4 de febrero que extendía la libertad de los esclavos decía:

“que todos los esclavos de países extranjeros, que de qualquier modo se introduzcan desde este día en adelante quedan libres, por el solo hecho de pisar el territorio de las Provincias Unidas.” [8]

El 5 de febrero se decreta que la exportación de harinas y granos queda libre de derechos.

El día 24 de marzo de 1813 fue un día importante para las Provincias Unidas. En El Redactor se consigna que a pedido del representante de Salta se procede a discutir la abolición de los tribunales de la Inquisición. Valentín Gómez, representante de Buenos Aires, apoyó la moción “fundándola difusamente, y con igual energía la sostubo el diputado presidente”. El presidente de la Asamblea era Tomás Valle, diputado por San Juan. El decreto dice lo siguiente:

Queda desde este día absolutamente extinguida la autoridad del tribunal de la inquisición en todos los pueblos del territorio de las provincias unidas del Río de la Plata, y por consiguiente se declara devuelta á los ordinarios su primitiva facultad de velar sobre la pureza de la creencia por los medios canonicos que únicamente puede conformar el espíritu de Jesu-Cristo, guardando el orden y respetando el derecho de los ciudadanos. Firmado.=Dr. Tomas Valle, presidente, =Hipolito Vieytes, secretario.[9]

Esta fue otra de las extraordinarias resoluciones de la Asamblea del Año XIII.


1 El Redactor, op. cit. p. 5.
Idem íbid.
3 El Redactor, op. cit. p. 7.
Íbid, p. 8.
Íbid, p. 9.
Íbid, p. 14
Íbid, p. 15.
8 Íbid, p. 17.
9 Íbid, p. 18.

martes, 19 de febrero de 2013

El año 1813 - Febrero



Mañana, 20 de febrero, se cumplen los 200 años de la victoria de las armas patriotas en la batalla de Salta, conducidas por Manual Belgrano, contra un superior ejército realista al mando de Pío Tristán. Pero también tenemos que recordar que en este mes de febrero de 1813 comenzó a deliberar la Asamblea, y que su primer decreto fue el comienzo de la abolición de la esclavitud.

Los primeros meses del año 1813 fueron de euforia para los partidarios de la Revolución. Se obtuvieron resonantes victorias militares que fijaron los límites de la futura República Argentina en su frontera Norte. Me refiero a las batallas ganadas por Manuel Belgrano en Tucumán y Salta y a la victoria en el combate de San Lorenzo obtenida por el recién formado cuerpo de Granaderos a Caballo, conducidos por San Martín. Estas victorias llenaron de optimismo a los patriotas.

Pero, además de las resonantes victorias militares, en febrero de 1813 la Asamblea  dictó leyes que configurarían el espíritu de la Nación Argentina de hoy.[1]

En la Gaceta Ministerial del 5 de Febrero de 1813 se publicaron las resoluciones de los primeros días de su funcionamiento. El día 1° de febrero se pronunció el juramento de los miembros de la Asamblea con la siguiente fórmula:

¿Reconocéis representada en la Asamblea general constituyente la autoridad Soberana de las provincias unidas del Río de la Plata?
¿Jurais reconocer fielmente todas sus determinaciones, y mandarlas a cumplir y executar? ¿No reconocer otras autoridades sino las que emanan de su soberanía? ¡Conservar y sostener la libertad, integridad y prosperidad de las provincias unidas del Río de la Plata, la santa religión católica apostólica romana, y todo en la parte que os comprenda?
Si así no lo hicieres, Dios os ayude, y sino él y la patria os lo demande y haga cargo. [2]

Luego encomendó al Poder Ejecutivo, que era el segundo Triunvirato, que hiciera prestar juramento a “los generales, gobernadores, autoridades civiles y eclesiásticas, y los vecinos cabezas de familias en esta capital, y todos los pueblos y lugares de la comprebension del territorio de las provincias unidas,”[3]

El día dos de febrero fue un día que los argentinos tenemos que recordar pues es el día que la asamblea comenzó a erradicar la esclavitud en el Río de la Plata. Una parte del decreto dice lo siguiente:

Siendo tan dolorosa, como ultrajante a la humanidad, el que en los mismos pueblos, que con tanto tesón y esfuerzo caminan hacia su libertad, permanezca por más tiempo en la esclavitud los niños que nacen en todo el territorio de las provincias unidas del Río de la Plata, sean considerados y tenidos por libres, todos los que en dicho territorio hubiesen nacido desde el 31 de enero de 1813 inclusive en adelante, día consagrado a la libertad por la feliz instalación de la Asamblea general, baxo las reglas y disposiciones que al efecto decretará la Asamblea general constituyente.[4]

El comienzo de la abolición de la esclavitud se realizó en el Río de la Plata 50 años antes de que esa nefasta institución terminara en Estados Unidos de América y más de 60 años en Brasil.

El decreto del día 3 de febrero establecía remover de todos los empleos “eclesiásticos, civiles y militares” a todos los europeos, salvo a aquellos que adoptaran la nacionalidad, es decir: “el título de ciudadanía”.[5]

La edición del 5 de febrero de la Gaceta Ministerial se cierra con el parte enviado por San Martín con la victoria en el combate de San Lorenzo. La importancia de este combate reside en primer lugar en el bautismo de armas del recientemente creado Regimiento de Granaderos a caballo que tantas glorias daría al naciente Estado. En segundo lugar a la derrota de la flota de la sitiada ciudad de Montevideo, donde resistía un ejército realista y esa flota incursionaba en las aguas del Río Paraná para llevar provisiones a Montevideo asaltando y robando el ganado de las estancias que bordeaban el río.[6]

La asamblea decretó el día 6 de febrero las condiciones en que los españoles europeos podrían obtener la ciudadanía del Estado. Deberán acreditar primero, adhesión a “la sagrada causa de la libertad de la América desde la gloriosa revolución de estas provincias”, y segundo: si tuvieran “título, pensión, ó qualquiera otro privilegio ó distincion que emane de qualesquier gobierno extraño, deberá hacer abdicación expresa, y solemne de dicho título.”[7]

El 20 de febrero Manuel Belgrano logra el triunfo del ejército patriota en la batalla de Salta sobre el realista al mando de Pio Tristan. El primer parte de la batalla se publicó en la Gaceta ministerial del 4 de marzo de 1813. En el parte Belgrano enumera los artículos de la capitulación que incluyen en el artículo 2° lo siguiente:

El general, los xefes y demas oficiales prestarán juramento de no volver a tomar las armas; y por todos los soldados del exército, a quienes les concede el señor general Belgrano que puedan restituirse a sus casas, como las provincias unidas del Río de la Plata, en las que se comprenden las de Potosí, Charcas, Cochabamba y la Paz.[8]

Este fue un tremendo error cometido por la ingenuidad de Belgrano. El juramento fue roto por los oficiales y le costó al ejército las derrotas que se produjeron en meses posteriores en el alto Perú, hoy Bolivia.

A partir del 27 de febrero, la asamblea comienza a publicar un periódico denominado: El redactor de la asamblea de 1813, impulsado por Bernardo de Monteagudo, y entonces La Gaceta deja de informar lo acordado en la Asamblea.

El primer párrafo de El Redactor, debido a la fogosa prosa de Monteagudo dice lo siguiente:

Si hubieramos de calcular los designios de la naturaleza por el resultado práctico de los sucesos humanos, sería preciso suponer que la esclavitud era el dogma mas análogo a nuestro destino, y que él debía ser la única base de las primeras combinaciones de un legislador. Pero aunque el quadro del universo no ofrece por todas partes, sino un grupo de esclavos envilecidos por la servidumbre, acostumbrados yá á la  tiranía; y aunque los esfuerzos de las almas libres, al fin, al fin solo han servido de trofeos del despotismo, presentando en la historia de los pueblos una constante alternativa de gloria y degradacion; sin embargo, la libertad existe en los decretos de la naturaleza, y por su origen es independiente de todas las vicisitudes de los siglos. [9]

Hermosa forma de comenzar una nueva publicación y una nueva era en las Provincias Unidas del Río de la Plata.




[1] Usaré como fuente para estos escritos los periódicos de Buenos Aires, la Gaceta Ministerial, nombre rebautizado de la Gaceta de Buenos Aires, y El Redactor de la Asamblea de 1813. El redactor de la Asamblea de 1813, Edición facsimilar, La Nación, Buenos Aires, 1913.
[2] Gaceta… op cit Tomo III, p. 398.
[3] Idem, Ibíd.
[4] Ibíd. Tomo III, p. 399.
[5] Idem, Ibíd.
[6] Ibíd. Tomo III, p. 400.
[7] Ibíd. Tomo III, p. 401.
[8] Ibíd. Tomo III, p. 415.
[9] El redactor… op. cit. p 1.