domingo, 12 de agosto de 2012

El año 1813. Enero.


Enero.

El año 1813 fue uno de los más importantes de la primera década de la Revolución en el Río de la Plata. Importante por la cantidad de disposiciones que legisló la Asamblea, inherentes a una filosofía que tenía sus raíces en la Ilustración y en la Revolución Francesa. Derogaba muchas de las disposiciones de las Leyes de Indias, y por la creación de los símbolos que determinan la Identidad Argentina hasta el día de hoy. Hablo de la creación o si se quiere, de la construcción de los símbolos que representan la identidad nacional. Es decir que sostengo la tesis contraria a la que algunos historiadores que sustentan la idea de que la identidad argentina ya existía antes de la Revolución. Si embargo veremos a lo largo de estos capítulos cómo esos símbolos se fueron adoptados como constituyentes de una nueva Nación por los miembros de la Asamblea y que la creación de la Nación obedeció a la incansable labor de algunos patriotas que promovían en los nuevos periódicos las nociones de libertad y abogaban por la Independencia. Además, a causas contingentes, debidas a la suerte de la guerra, a factores inherentes a la situación de América del Sur y las posiciones de la ocupación militar realista, a factores históricos de las divisiones territoriales impuestas por la Monarquía de España a sus colonias, y a la acción de otras potencias como era el Imperio del Brasil y la siempre presente injerencia de los marinos y embajadores británicos.

A comienzos de 1813 la situación militar no era lo más favorable para la Revolución. En el Norte, luego de la victoria de Tucumán, el ejército comandado por Manuel Belgrano se preparaba para avanzar contra la amenaza realista que todavía ocupaba la ciudad de Salta. En la Banda Oriental, se había reanudado el sitio de la ciudad comandado por José Rondeau y José Artigas, con la dirección política de Manuel de Sarratea. Como las Provincias Unidas no tenían una fuerza naval, la ciudad sitiada resistía pues era abastecida por una flota realista que remontaba el río Paraná y saqueaba las estancias costeras para proveerla de alimentos.
El día 31 de diciembre de 1812 los realistas sitiados en Montevideo intentaron una salida para romper el bloqueo terrestre pero fueron derrotados en la batalla de Cerrito. La noticia de esta victoria llegó a Buenos Aires en los primeros días de enero, lo que provocó una gran euforia en la población, en días previos a la reunión de la Asamblea.

Durante todo el mes de enero fueron llegando a Buenos Aires los diputados de las ciudades de interior de las Provincias Unidas. En el lenguaje de la época se denominaban a estas ciudades con el nombre genérico de los pueblos. A fines de enero se realizaron las sesiones preparatorias y todo estuvo dispuesto para la solemne apertura del 31 de enero de 1813.

El discurso inaugural fue pronunciado por Juan José Paso, en nombre del Triunvirato. Comenzó de la siguiente forma:

 Señores: Cerca de tres años hemos corrido desde el principio de nuestra revolución á paso vacilante, y sobre sendas inciertas por falta de un plan que trazaze distintamente las rutas de nuestra carrera y destino.[1]

Los diputados presentes en la primera sesión fueron los siguientes:

Carlos Alvear, por Corrientes; Mariano Perdriel, por Santiago del Estero; Juan Larrea y Gervasio Antonio Posadas, por Córdoba; José Fermín Sarmiento, por Catamarca; Vicente López, Hipólito Vieytes y José Valentín Gómez, por Buenos Aires; Francisco Argerich, por Luján; Tomás Antonio Valle, por San Juan; Juan Ramón Balcarce, por Tucumán José Ugarteche, por La Rioja; Pedro Pablo Vidal, por Jujuy; Bernardo Monteagudo, por Mendoza; Agustín José Donado, por San Luis; Pedro José Agrelo y José de Moldes, por Salta.[2]

La representación no estaba completa pero con estos delgados comenzó la asamblea a sesionar.
En la Gaceta Ministerial del viernes 5 de febrero de 1813 se publicó lo resuelto por la Asamblea en ese primer día de trabajo. En su artículo primero especificaba que “reside en ella la representacion y exercicio de la Soberania de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y que su tratamiento sea de Soberano Señor." Se nombró como presidente a Carlos Alvear y de secretarios a Valentín Gómez e Hipólito Vieytes. Es decir que sin lugar a dudas, la Asamblea se proclamó soberana y su condición estaba por encima del Triunvirato, y era independiente da las autoridades de España mientras Fernando VII estuviera prisionero de Napoleón. Fue un día de festejos en la ciudad de Buenos Aires. Se saludó a la Asamblea con salvas de artillería y se entonaron himnos a la patria entonados por un pueblo entusiasmado.[3]

De esta forma quedó constituida la Soberana Asamblea Constituyente, más conocida por el nombre de Asamblea del año XIII, la que se consagró en forma inmediata a derogar leyes coloniales y remplazarlas por otras consecuentes con los programas de Libertad e Independencia. Institucionalizó muchas ideas que hacen a la identidad de la Argentina de hoy.


[1] Gaceta de Buenos Aires, op. cit. Tomo III, p. 397.
[2] Juan Canter, “La Asamblea General Constituyente”, en Historia de la Nación Argentina, op. cit. Tomo VI, primera sección, p. 62.
[3] Gaceta de Buenos Aires, op. cit. Tomo III, pp. 397-98.

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