lunes, 20 de mayo de 2013

El año 1813 Abril y Mayo


Abril

Durante el mes de abril de 1913 la Asamblea no produjo medidas importantes.

El 6 de abril se dictó un decreto que prohibía el uso de “uniforme o divisa militar por individuo alguno en todo el territorio de las provincias unidas, que no tenga despachos expedidos ó revalidados por el Supremo gobierno de la capital.” [1]

El 9 de abril expidió un decreto acerca de la “remoción de los empleados españoles europeos siempre que no obtuviesen título de ciudadanía”. [2]

Finalmente también se presentó a la Asamblea el representante de la ciudad de Maldonado, fueron aprobados sus poderes y se incorporó a la Asamblea.[3]

Mientras tanto se recibían noticias del avance de las fuerzas patriotas en el Alto Perú: De la ciudad de La Plata[4] el presidente realiasta, Juan Ramirez,  se retiró a Lima y los vecinos adhirieron a la Junta de Buenos Aires y nombraron en su lugar a Esteban Agustín Gazcón. También se retiró de Potosí José Manuel Goyeneche con una división de 450 hombres. El 12 de marzo de 1913 la ciudad de Tarija reconocía a la Asamblea General Constituyente.[5]

También desde la Banda Oriental, el 9 de abril, el ejército sitiador, por intermedio del General José Rondeau, reconoce a la “Asamblea Soberana de las provincias unidas.”[6]

De esta forma se consolida el acatamiento a la Asamblea de las ciudades del interior del territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata incluyendo el territorio completo del Alto Perú. También las ciudades de la Banda Oriental con excepción de la sitiada ciudad de Montevideo. Por este motivo, se exhorta a los pueblos liberados del alto Perú, de las ciudades de Charcas, Potosí, Cochabamba y La Paz, a nombrar delegados ante la Asamblea.[7] También, por este motivo se publicó un proyecto de ley para regular la minería en esas provincias.[8]

Mayo


Festejos del 25 de Mayo.

El redactor de la asamblea, posiblemente Bernardo de Monteagudo, escribió este corto párrafo para la celebración de la fiesta patria:

Es un deber de los hombres libres inmortalizar el día del nacimiento de la patria, y recordar al pueblo venidero el feliz momento en que el brazo de los mas intrépidos quebró el ídolo y derribó el altar de la tiranía. Á este fin se há acordado con presencia de una nota remitida por el Poder Executivo la siguiente
LEY
La Asamblea general declara el día 25 de mayo, día de fiesta cívica, en cuya memoria deberán celebrarse anualmente en toda la comprehensión del territorio de las provincias unidas del Río de la Plata, cierta clase de fiestas que deberán llamarse FIESTAS MAYAS, y se determinarán con oportunidad. =Firmado= Juan Larrea, presidente. = Hipólito Vieytes, secretario.
En el acto se nombró una comisión para que presentase un proyecto de fiestas nacionales, y recayó el nombramiento en los ciudadanos Vidal, Ugarteche y Alvear.


Vemos que a lo largo del transcurso de los meses, la Asamblea fue estableciendo los símbolos que luego conformarían la Nacionalidad Argentina. En este caso, al instaurar el día 25 de mayo como fiesta patria, que los argentinos celebramos hasta hoy.

El 7 de mayo se aprobó el reglamento de fomento de la minería que había sido propuesto por el Poder Ejecutivo.[9]

El 21 de mayo se declaró suprimida la Audiencia de Charcas y se suplantó con una Cámara de Apelaciones para “uniformar el sistema de administración de justicia en todo el territorio de las Provincias Unidas.”[10]

En esa misma sesión, la Asamblea tomó otra decisión importante. La supresión de los títulos de nobleza con la siguiente ley:

LEY
La Asamblea General ordena la extinción de los títulos de Conde, Marqués y Barones en el territorio de las Provincias unidas del Río de la Plata –Firmado=Juan Larea, presidente –Hipólito Vieytes, secretario.
También ese mismo día se suprimieron los instrumentos de tortura. La introducción que existe en el Redactor, también posiblemente de la pluma de Monteagudo comienza:
El hombre há sido siempre el mayor enemigo de su especie, y por un exceso de barbarie há querido demostrar, que el podía ser tan cruel como insensible al grito de sus semejantes. […] Tal es la invención horrorosa del tormento adoptado por la legislación española para descubrir los delinquentes. Sólo las lágrimas que arrancará siempre a la filosofía este bárbaro exceso, podrán borrar con el tiempo de todos los códigos del universo esa Ley de sangre…

LEY
La asamblea general ordena la Prohibición del detestable uso de los tormentos, adoptados por una tirana legislación para el esclarecimiento de la verdad é investigación de los crímenes; en cuya virtud sean inutilizados en la plaza mayor por mano del verdugo, antes del felíz día del 25 de Mayo, los instrumentos destinado a éste efecto. = Firmado= Juan Larrea, Presidente =Hipólito Vieytes, secretario.

Digna resolución que ennoblece a los integrantes de esa Asamblea. Desde ese momento fue abolida la tortura legal en nuestro país. Lamentablemente, diversos regímenes en distintos momentos de nuestra historia no hicieron honor a esa disposición y la aplicaron clandestinamente. Lo peor fue durante la última dictadura cívico-militar presidida por el hoy difunto, Rafael Videla. Pero la justicia de nuestro país, en consonancia con los próceres de la Asamblea, juzgó al genocida que terminó sus días en la cárcel.






[1] El redactor…, op. cit. p. 22.
[2] Idem, Íbid.
[3] Íbid, p. 23.
[4] Hoy se denomina Sucre, pero también fue conocida por Charcas o Chuquisaca.
[5] Gaceta…, op. cit. Tomo III, p. 441-443.
[6] Íbid, p. 445.
[7] El redactor…, op. cit. p. 26.
[8] Ïbid, p. 28.
[9] Íbid, p. 31.
[10] Íbid, p. 34.

martes, 5 de marzo de 2013

El año 1813 - Marzo



El mes de marzo de 1813 fue otro período de fecunda labor en la Asamblea. Se eliminaron los servicios a que estaban obligados los pueblos originarios y se los consideró como ciudadanos libres con igual derecho que el resto. Se definió el sello del nuevo Estado, que constituye hoy el escudo de la Nación Argentina. Se extendió la libertad a los esclavos a todos los que ingresaran al territorio de las Provincias Unidas. Se abolió el Tribunal de la Inquisición.

En el número de El Redactor del 6 de marzo de 1813 se explica que las sesiones de la Asamblea se seguirán publicando en este medio y no en la Gaceta Ministerial a los efectos de no repetir información.[1]

A continuación escribe lo actuado en la sesión del día 27 de febrero en el que se redactó el reglamento provisorio para el Poder Ejecutivo, consagrándose como tal al Triunvirato hasta la sanción de la Constitución del Estado.[2]  Resulta entonces evidente que el objetivo de la Asamblea era de dictar una constitución, cosa que finalmente naufragó.

También informa que el 3 de marzo se conoció la victoria de las tropas comandadas por Manuel Belgrano en la batalla de Salta. En premio a este logro y en forma de recompensa la Asamblea consigna lo siguiente:

Los guerreros vencedores de Salta han defendido con honor y bizarría los sagrados derechos de la patria, haciéndose beneméritos de su gratitud en alto grado.[3]

También la Asamblea le asignó una pensión a la viuda de Mariano Moreno  como ciudadano virtuoso.[4]

En El Redactor del día 13 de marzo, luego de otorgar un premio al General Manuel Belgrano de 40 mil pesos, que luego donaría para la construcción de escuelas. Luego se resolvió, a instancias de Alvear, una cuestión, muy importante por sus implicancias posteriores, especialmente con los delegados nombrados por Artigas en representación de la Banda Oriental:

Los diputados de las provincias unidas, son diputados de la nación en general, sin perder por esto la denominación del pueblo á que deben su nombramiento, no pudiendo de ninguna manera obrar en comisión.[5]

Con este decreto comenzó a plasmarse la idea de un Estado Unitario.

En la sesión del 12 de marzo se sancionó un decreto que honra la memoria de esta Asamblea. La encendida pluma de Bernardo de Monteagudo nos introduce al tema:

No es menos cruel el tirano que se complace en ver la humanidad ahogada en lagrimas y sangre que un imprudente escritor quando se empeña en afligirla de nuevo, retratando con los rasgos de su pluma la imagen del crimen.

Sigue poco más adelante con un pedido o un deseo que se cumple a lo largo de los años, y en especial en la actualidad:

Yo quisiera que no profundo silencio envolviese en las tinieblas para siempre todos estos hechos atroces, que mas bien infaman á la especie que al individuo, mostrando hasta qué grado puede ser el hombre impío con sus semejantes, Mas por desgracia mis votos son inútiles, y yo preveo que la memoria de estos horrorosos atentados, afligirá á la humanidad, mientras existan los anales del pueblo español.

El decreto del viernes 12 de marzo deroga:

la mita, las encomiendas, el yanaconazgo y el servicio personal de los indios baxo todo respecto y sin exceptuar aun el que prestan á las iglesias y sus párrocos y ó ministros; siendo la voluntad de esta Soberana corporación el que del mismo modo se haya y tenga a los  mencionados indios de todas las Provincias unidas por hombres perfectamente libres, y en igualdad de derechos á todos los demás ciudadanos que las pueblan, debiendo imprimirse y publicarse este Soberano decreto en todos los pueblos de las mencionadas Provincias, traduciéndose en los idiomas Guaraní, Quechua y Aymará, para la común inteligencia.

Es el reconocimiento de que los pueblos originarios gozan de los mismos derechos que el resto de los habitantes del país.




En la sesión de la Asamblea del 13 de marzo se dispuso que el Poder Ejecutivo use el mismo sello que usaba la Asamblea. Este sello constituirá la base del escudo de la futura República Argentina.[6]



El lunes 15 de marzo se dispuso que las autoridades eclesiásticas nombradas desde España cesen en sus funciones.[7]

El Redactor, 27 de marzo publica una serie de decretos que son de capital importancia para determinar las ideas que imbuían a los representantes de las Provincias Unidas.

El importantísimo decreto del 4 de febrero que extendía la libertad de los esclavos decía:

“que todos los esclavos de países extranjeros, que de qualquier modo se introduzcan desde este día en adelante quedan libres, por el solo hecho de pisar el territorio de las Provincias Unidas.” [8]

El 5 de febrero se decreta que la exportación de harinas y granos queda libre de derechos.

El día 24 de marzo de 1813 fue un día importante para las Provincias Unidas. En El Redactor se consigna que a pedido del representante de Salta se procede a discutir la abolición de los tribunales de la Inquisición. Valentín Gómez, representante de Buenos Aires, apoyó la moción “fundándola difusamente, y con igual energía la sostubo el diputado presidente”. El presidente de la Asamblea era Tomás Valle, diputado por San Juan. El decreto dice lo siguiente:

Queda desde este día absolutamente extinguida la autoridad del tribunal de la inquisición en todos los pueblos del territorio de las provincias unidas del Río de la Plata, y por consiguiente se declara devuelta á los ordinarios su primitiva facultad de velar sobre la pureza de la creencia por los medios canonicos que únicamente puede conformar el espíritu de Jesu-Cristo, guardando el orden y respetando el derecho de los ciudadanos. Firmado.=Dr. Tomas Valle, presidente, =Hipolito Vieytes, secretario.[9]

Esta fue otra de las extraordinarias resoluciones de la Asamblea del Año XIII.


1 El Redactor, op. cit. p. 5.
Idem íbid.
3 El Redactor, op. cit. p. 7.
Íbid, p. 8.
Íbid, p. 9.
Íbid, p. 14
Íbid, p. 15.
8 Íbid, p. 17.
9 Íbid, p. 18.

martes, 19 de febrero de 2013

El año 1813 - Febrero



Mañana, 20 de febrero, se cumplen los 200 años de la victoria de las armas patriotas en la batalla de Salta, conducidas por Manual Belgrano, contra un superior ejército realista al mando de Pío Tristán. Pero también tenemos que recordar que en este mes de febrero de 1813 comenzó a deliberar la Asamblea, y que su primer decreto fue el comienzo de la abolición de la esclavitud.

Los primeros meses del año 1813 fueron de euforia para los partidarios de la Revolución. Se obtuvieron resonantes victorias militares que fijaron los límites de la futura República Argentina en su frontera Norte. Me refiero a las batallas ganadas por Manuel Belgrano en Tucumán y Salta y a la victoria en el combate de San Lorenzo obtenida por el recién formado cuerpo de Granaderos a Caballo, conducidos por San Martín. Estas victorias llenaron de optimismo a los patriotas.

Pero, además de las resonantes victorias militares, en febrero de 1813 la Asamblea  dictó leyes que configurarían el espíritu de la Nación Argentina de hoy.[1]

En la Gaceta Ministerial del 5 de Febrero de 1813 se publicaron las resoluciones de los primeros días de su funcionamiento. El día 1° de febrero se pronunció el juramento de los miembros de la Asamblea con la siguiente fórmula:

¿Reconocéis representada en la Asamblea general constituyente la autoridad Soberana de las provincias unidas del Río de la Plata?
¿Jurais reconocer fielmente todas sus determinaciones, y mandarlas a cumplir y executar? ¿No reconocer otras autoridades sino las que emanan de su soberanía? ¡Conservar y sostener la libertad, integridad y prosperidad de las provincias unidas del Río de la Plata, la santa religión católica apostólica romana, y todo en la parte que os comprenda?
Si así no lo hicieres, Dios os ayude, y sino él y la patria os lo demande y haga cargo. [2]

Luego encomendó al Poder Ejecutivo, que era el segundo Triunvirato, que hiciera prestar juramento a “los generales, gobernadores, autoridades civiles y eclesiásticas, y los vecinos cabezas de familias en esta capital, y todos los pueblos y lugares de la comprebension del territorio de las provincias unidas,”[3]

El día dos de febrero fue un día que los argentinos tenemos que recordar pues es el día que la asamblea comenzó a erradicar la esclavitud en el Río de la Plata. Una parte del decreto dice lo siguiente:

Siendo tan dolorosa, como ultrajante a la humanidad, el que en los mismos pueblos, que con tanto tesón y esfuerzo caminan hacia su libertad, permanezca por más tiempo en la esclavitud los niños que nacen en todo el territorio de las provincias unidas del Río de la Plata, sean considerados y tenidos por libres, todos los que en dicho territorio hubiesen nacido desde el 31 de enero de 1813 inclusive en adelante, día consagrado a la libertad por la feliz instalación de la Asamblea general, baxo las reglas y disposiciones que al efecto decretará la Asamblea general constituyente.[4]

El comienzo de la abolición de la esclavitud se realizó en el Río de la Plata 50 años antes de que esa nefasta institución terminara en Estados Unidos de América y más de 60 años en Brasil.

El decreto del día 3 de febrero establecía remover de todos los empleos “eclesiásticos, civiles y militares” a todos los europeos, salvo a aquellos que adoptaran la nacionalidad, es decir: “el título de ciudadanía”.[5]

La edición del 5 de febrero de la Gaceta Ministerial se cierra con el parte enviado por San Martín con la victoria en el combate de San Lorenzo. La importancia de este combate reside en primer lugar en el bautismo de armas del recientemente creado Regimiento de Granaderos a caballo que tantas glorias daría al naciente Estado. En segundo lugar a la derrota de la flota de la sitiada ciudad de Montevideo, donde resistía un ejército realista y esa flota incursionaba en las aguas del Río Paraná para llevar provisiones a Montevideo asaltando y robando el ganado de las estancias que bordeaban el río.[6]

La asamblea decretó el día 6 de febrero las condiciones en que los españoles europeos podrían obtener la ciudadanía del Estado. Deberán acreditar primero, adhesión a “la sagrada causa de la libertad de la América desde la gloriosa revolución de estas provincias”, y segundo: si tuvieran “título, pensión, ó qualquiera otro privilegio ó distincion que emane de qualesquier gobierno extraño, deberá hacer abdicación expresa, y solemne de dicho título.”[7]

El 20 de febrero Manuel Belgrano logra el triunfo del ejército patriota en la batalla de Salta sobre el realista al mando de Pio Tristan. El primer parte de la batalla se publicó en la Gaceta ministerial del 4 de marzo de 1813. En el parte Belgrano enumera los artículos de la capitulación que incluyen en el artículo 2° lo siguiente:

El general, los xefes y demas oficiales prestarán juramento de no volver a tomar las armas; y por todos los soldados del exército, a quienes les concede el señor general Belgrano que puedan restituirse a sus casas, como las provincias unidas del Río de la Plata, en las que se comprenden las de Potosí, Charcas, Cochabamba y la Paz.[8]

Este fue un tremendo error cometido por la ingenuidad de Belgrano. El juramento fue roto por los oficiales y le costó al ejército las derrotas que se produjeron en meses posteriores en el alto Perú, hoy Bolivia.

A partir del 27 de febrero, la asamblea comienza a publicar un periódico denominado: El redactor de la asamblea de 1813, impulsado por Bernardo de Monteagudo, y entonces La Gaceta deja de informar lo acordado en la Asamblea.

El primer párrafo de El Redactor, debido a la fogosa prosa de Monteagudo dice lo siguiente:

Si hubieramos de calcular los designios de la naturaleza por el resultado práctico de los sucesos humanos, sería preciso suponer que la esclavitud era el dogma mas análogo a nuestro destino, y que él debía ser la única base de las primeras combinaciones de un legislador. Pero aunque el quadro del universo no ofrece por todas partes, sino un grupo de esclavos envilecidos por la servidumbre, acostumbrados yá á la  tiranía; y aunque los esfuerzos de las almas libres, al fin, al fin solo han servido de trofeos del despotismo, presentando en la historia de los pueblos una constante alternativa de gloria y degradacion; sin embargo, la libertad existe en los decretos de la naturaleza, y por su origen es independiente de todas las vicisitudes de los siglos. [9]

Hermosa forma de comenzar una nueva publicación y una nueva era en las Provincias Unidas del Río de la Plata.




[1] Usaré como fuente para estos escritos los periódicos de Buenos Aires, la Gaceta Ministerial, nombre rebautizado de la Gaceta de Buenos Aires, y El Redactor de la Asamblea de 1813. El redactor de la Asamblea de 1813, Edición facsimilar, La Nación, Buenos Aires, 1913.
[2] Gaceta… op cit Tomo III, p. 398.
[3] Idem, Ibíd.
[4] Ibíd. Tomo III, p. 399.
[5] Idem, Ibíd.
[6] Ibíd. Tomo III, p. 400.
[7] Ibíd. Tomo III, p. 401.
[8] Ibíd. Tomo III, p. 415.
[9] El redactor… op. cit. p 1.

domingo, 12 de agosto de 2012

El año 1813. Enero.


Enero.

El año 1813 fue uno de los más importantes de la primera década de la Revolución en el Río de la Plata. Importante por la cantidad de disposiciones que legisló la Asamblea, inherentes a una filosofía que tenía sus raíces en la Ilustración y en la Revolución Francesa. Derogaba muchas de las disposiciones de las Leyes de Indias, y por la creación de los símbolos que determinan la Identidad Argentina hasta el día de hoy. Hablo de la creación o si se quiere, de la construcción de los símbolos que representan la identidad nacional. Es decir que sostengo la tesis contraria a la que algunos historiadores que sustentan la idea de que la identidad argentina ya existía antes de la Revolución. Si embargo veremos a lo largo de estos capítulos cómo esos símbolos se fueron adoptados como constituyentes de una nueva Nación por los miembros de la Asamblea y que la creación de la Nación obedeció a la incansable labor de algunos patriotas que promovían en los nuevos periódicos las nociones de libertad y abogaban por la Independencia. Además, a causas contingentes, debidas a la suerte de la guerra, a factores inherentes a la situación de América del Sur y las posiciones de la ocupación militar realista, a factores históricos de las divisiones territoriales impuestas por la Monarquía de España a sus colonias, y a la acción de otras potencias como era el Imperio del Brasil y la siempre presente injerencia de los marinos y embajadores británicos.

A comienzos de 1813 la situación militar no era lo más favorable para la Revolución. En el Norte, luego de la victoria de Tucumán, el ejército comandado por Manuel Belgrano se preparaba para avanzar contra la amenaza realista que todavía ocupaba la ciudad de Salta. En la Banda Oriental, se había reanudado el sitio de la ciudad comandado por José Rondeau y José Artigas, con la dirección política de Manuel de Sarratea. Como las Provincias Unidas no tenían una fuerza naval, la ciudad sitiada resistía pues era abastecida por una flota realista que remontaba el río Paraná y saqueaba las estancias costeras para proveerla de alimentos.
El día 31 de diciembre de 1812 los realistas sitiados en Montevideo intentaron una salida para romper el bloqueo terrestre pero fueron derrotados en la batalla de Cerrito. La noticia de esta victoria llegó a Buenos Aires en los primeros días de enero, lo que provocó una gran euforia en la población, en días previos a la reunión de la Asamblea.

Durante todo el mes de enero fueron llegando a Buenos Aires los diputados de las ciudades de interior de las Provincias Unidas. En el lenguaje de la época se denominaban a estas ciudades con el nombre genérico de los pueblos. A fines de enero se realizaron las sesiones preparatorias y todo estuvo dispuesto para la solemne apertura del 31 de enero de 1813.

El discurso inaugural fue pronunciado por Juan José Paso, en nombre del Triunvirato. Comenzó de la siguiente forma:

 Señores: Cerca de tres años hemos corrido desde el principio de nuestra revolución á paso vacilante, y sobre sendas inciertas por falta de un plan que trazaze distintamente las rutas de nuestra carrera y destino.[1]

Los diputados presentes en la primera sesión fueron los siguientes:

Carlos Alvear, por Corrientes; Mariano Perdriel, por Santiago del Estero; Juan Larrea y Gervasio Antonio Posadas, por Córdoba; José Fermín Sarmiento, por Catamarca; Vicente López, Hipólito Vieytes y José Valentín Gómez, por Buenos Aires; Francisco Argerich, por Luján; Tomás Antonio Valle, por San Juan; Juan Ramón Balcarce, por Tucumán José Ugarteche, por La Rioja; Pedro Pablo Vidal, por Jujuy; Bernardo Monteagudo, por Mendoza; Agustín José Donado, por San Luis; Pedro José Agrelo y José de Moldes, por Salta.[2]

La representación no estaba completa pero con estos delgados comenzó la asamblea a sesionar.
En la Gaceta Ministerial del viernes 5 de febrero de 1813 se publicó lo resuelto por la Asamblea en ese primer día de trabajo. En su artículo primero especificaba que “reside en ella la representacion y exercicio de la Soberania de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y que su tratamiento sea de Soberano Señor." Se nombró como presidente a Carlos Alvear y de secretarios a Valentín Gómez e Hipólito Vieytes. Es decir que sin lugar a dudas, la Asamblea se proclamó soberana y su condición estaba por encima del Triunvirato, y era independiente da las autoridades de España mientras Fernando VII estuviera prisionero de Napoleón. Fue un día de festejos en la ciudad de Buenos Aires. Se saludó a la Asamblea con salvas de artillería y se entonaron himnos a la patria entonados por un pueblo entusiasmado.[3]

De esta forma quedó constituida la Soberana Asamblea Constituyente, más conocida por el nombre de Asamblea del año XIII, la que se consagró en forma inmediata a derogar leyes coloniales y remplazarlas por otras consecuentes con los programas de Libertad e Independencia. Institucionalizó muchas ideas que hacen a la identidad de la Argentina de hoy.


[1] Gaceta de Buenos Aires, op. cit. Tomo III, p. 397.
[2] Juan Canter, “La Asamblea General Constituyente”, en Historia de la Nación Argentina, op. cit. Tomo VI, primera sección, p. 62.
[3] Gaceta de Buenos Aires, op. cit. Tomo III, pp. 397-98.

jueves, 2 de agosto de 2012


La asamblea del año XIII

Cuarto trimestre de 1812: octubre, noviembre y diciembre


En este último trimestre del año 1812 se desarrollaron acontecimientos importantes que condujeron a la realización de la Asamblea del Año XIII. Esta magna reunión fue la que sentó sobre bases sólidas lo que tiempo más adelante constituiría la Nación Argentina.

El día 5 de octubre llegó a Buenos Aires la noticia del triunfo del ejército del Norte en Tucumán. Según las memorias de un testigo que escribió su diario de acontecimientos importantes, Juan Manuel Beruti:
Inmediatamente como a las 8 del día Se hizo Saber al público con una salva de artillería y repique general de campanas Saliendo en seguida las músicas militares por las calles tocando y alegrando al pueblo por tan gloriosa acción, continuando éstas toda la noche, entre los vivas y aclamaciones de sinnúmero de gentes que iban Cantando las glorias de la patria.[1]

Esta victoria cambió el ánimo sombrío de la Capital. De la sensación de derrota se pasó a la euforia de la victoria. Pero ensombreció al Triunvirato que había ordenado la retirada del ejército de Belgrano a la ciudad de Córdoba.

Ese día sucedió un hecho importante: por primera vez el pabellón celeste y blanco lució en el mástil del Fuerte. Así lo cuenta Beruti:

[…] se arrió la bandera del Fuerte, contestando a este los barcos de guerra, habiendo tenido el pueblo el gusto de ver que en la misma asta de bandera se puso por el gobierno en la parte superior un gallardete de Color celeste y blanco, divisa de la patria, que dominaba la bandera española de amarillo y encarnado que estaba debajo de la nuestra, preludio de que pronto declararemos nuestra independencia Sacudiendo y apartándonos de la dominación del tirano gobierno español, que por espacio de trescientos años nos ha tenido tiranizados, privándonos de nuestra libertad y derechos naturales; habiendo igualmente iluminándose la Ciudad.[2]

El 6 de octubre debía constituirse la Asamblea Ordinaria que debía elegir un nuevo triunviro en remplazo de Sarratea, que había sido nombrado comandante de la campaña en la Banda Oriental. El Gobierno había quedado entonces compuesto por Juan Martín de Pueyrredón y Bernardino Rivadavia. El diploma de Bernardo de Monteagudo, representante de Mendoza en la asamblea, fue rechazado por el gobierno. Esto precipitó los acontecimientos. El 6 de octubre se reunió la asamblea sin la presencia de Monteagudo y eligió a Pedro Medrano como nuevo miembro del Triunvirato.

Pero fue en vano: La acción de la Sociedad Patriótica había dado sus frutos: liderada por Bernardo de Monteagudo, se había convertido en la cabeza visible de la secreta Logia Lautaro, que estaba inspirada por las ideas de José de San Martín y Carlos de Alvear. Su accionar en las reuniones y en los periódicos había predispuesto los ánimos porteños en contra del triunvirato.

El 8 de octubre estalló una revolución para destituir al triunvirato, encabezada por San Martín y Alvear. Depusieron al triunvirato guiado por Rivadavia. Este hecho fue el que generó un gran antagonismo entre Rivadavia y San Martín, que se demostraría más tarde, en la lucha para llevar el Ejército de los Andes a Perú.

Leamos el acontecimiento en el diario de Juan Manuel Beruti, testigo de los acontecimientos:

Amaneció la plaza Mayor circundada de las tropas de la guarnición y fue el motivo de que éstas unidas con el pueblo, cansados de sufrir el despotismo y arbitrariedades del gobierno como de que este trataba de la mina de la patria pues hacía tiempo se le había observado poca fidelidad y evidentes datos de sospecha al presente comprobados, mayormente cuando en las elecciones de vocales salían los elegidos según las ideas del gobierno y no podía el pueblo reclamar por verse oprimido, como por un bando que se echó con pena de la vida contra el que intentase de alterar o exponer contra lo que se determinaba en la asamblea, [3]

Se envió un petitorio al Cabildo, firmado por más de 400 ciudadanos, reclamando el cese del gobierno y la convocatoria a una “asamblea general extraordinaria que decida de un modo digno los grandes negocios de la comunidad”. El primer firmante fue Bernardo de Monteagudo.[4]

Se practicó una elección popular para el nuevo triunvirato, conocido en la historia como Segundo Triunvirato, constituido por Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte. Este nuevo gobierno tendría el honor de convocar a la Asamblea del Año XIII.

El 24 de octubre el Triunvirato envió una proclama “a los pueblos” exponiendo las razones de la caída del primer Triunvirato y la elección del segundo, Proclama el principio de libertad y destaca la marcha del ejército de Belgrano hacia el Norte luego de la victoria de Tucumán. Cita a los pueblos para que elijan sus representantes en una forma democrática de acuerdo a las costumbres del momento y fija la forma en que cada ciudad puede hacer la elección de sus delegados, reservando cuatro miembros para la Capital, debido a su mayor población y dos para cada ciudad o pueblo del interior.

La parte en que cita a los representantes es la siguiente:

Partiendo de estos principios, los individuos del gobierno, fuertes con la justicia y sinceridad de sus intenciones, no corresponderían á a alta confianza con que se les ha honrado, sino caminasen firmemente á tan elevado y justificado fin: llamados al exércicio del poder, no por ambicion ni por intriga, sino por el sufragio de los hombres libres, quando se haya establecido la base y forma de gobierno que se crea mas á proposito al bien y utilidad de todos, resignarán el mando inmediatamente en las manos que una legitima eleccion señale, enteramente contentos con la gloria y el honor de haber conducido á los pueblos del Rio de la Plata á la dignidad de una nacion legítimamente constituida: asi que reconociendo desde luego la representacion nacional, no solo como un derecho, sino como un deber la invocan como el medio mas eficaz de proveer á la comun defensa, procurar la seguridad general, y asegurar las bendiciones de la libertad para la edad presente, y futura; y por lo mismo han acordado que la asamblea sea convocada desde esta fecha para true empieze sus augustas funciones en todo el mes de enero del año proxîmo entrante, reunidos que sean en esta capital los diputados de los pueblos libres.[5]

La convocatoria fue amplia y generosa, incorporando a ciudadanos que por primera vez ejercían sus derechos.

A fines de 1812 la marcha de la guerra por la Independencia era favorable para los patriotas. La batalla de Tucumán detuvo el avance realista hacia el Sur. En octubre comenzó el segundo sitio de Montevideo luego de romperse el armisticio. La única forma de abastecer a la ciudad sitiada por tierra era mediante una escuadrilla de naves que se adentraba por el río Paraná y saqueaba las estancias cercanas llevándose el ganado. Chile seguía siendo independiente lo mismo que Paraguay. En Venezuela continuaba la lucha estando al frente el general Miranda secundado por Bolívar. En México continuaba la revolución que luchaba con desventaja frente a los fuertes ejércitos realistas. También se publicaban las noticias del avance de las tropas británicas en la península Ibérica batiendo a los franceses. Estas noticias eran conocidas en el Río de la Plata pues las difundía la Gaceta Ministerial.

Bernardo de Monteagudo, en su periódico: El Grito del Sud, seguía insistiendo en la necesidad de declarar la independencia. En efecto, en el número del 13 de octubre de 1812 escribía:

El sábio congreso de Caracas, conociendo la magnitud de males que gravitaban sobre el estado, y los muchos que lo esperaban para lo futuro, si permanecía mas tiempo en la indefinición de sistema, en que como nosotros se hallaba envueltos, tomó la medida que ya sabeis, y que ya es tiempo tomamos nosotros. Ciudadanos, nada nos puedo detener de dar este paso magestuoso; el inconveniente, que ha habido hasta aquí, ha sido cabalmente la causa de los males, de que queremos librarnos: á nuestros gobiernos les tiene mas cuenta depender de un fantasma, que del pueblo.[6]

Monteagudo continúa con esta prédica en los números que corresponden a todo el resto del año 1812. La idea era que la asamblea declarase la independencia. Terminó el año 1812 con estos acontecimientos que configuran el contexto que llevó a las Provincias Unidas del Río de la Plata a emprender la magna tarea de la Asamblea del año XIII.


[1] Juan Manuel Beruti, Memorias curiosas, Emecé Editores, Buenos Aires, 2001, p. 219.
[2] Ibíd. P. 220.
[3] Idem, Ibíd.
[4] Gaceta de Buenos Aires, op. cit. Tomo III, pp. 317-18.
[5] La revolución de Mayo a través de los impresos de la época, op. cit. Tomo II, p.178. (la ortografía es la original)
[6] El grito del Sud, Periódicos de la época de la Revolución de Mayo, 1812, Reproducción facsimilar, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1961. P. 159.

jueves, 26 de julio de 2012

Asamblea del Año XIII - Antecedentes - 1812 - Parte 3



Tercer trimestre: Julio, agosto y septiembre

Este tercer trimestre del el año 1812 fue agitado para los revolucionarios del Río de la Plata. En él se definieron las bases de los hechos históricos que llevarían a la Asamblea del Año XIII. A comienzos de julio se tuvo lugar el levantamiento y posterior fusilamiento de Martín de Álzaga, que era un prestigioso comerciante español de Buenos Aires. En agosto se produjo el Éxodo Jujeño y en septiembre, el triunfo patriota en la batalla de Tucumán, triunfo que cambió la suerte de la independencia.

Martín de Álzaga era un comerciante de Buenos Aires. Había sido primer Alcalde del Cabildo en el año 1795. Su actuación fue decisiva en la victoria contra los invasores ingleses, por eso fue electo nuevamente alcalde de primer voto en 1807. Tenía gran prestigio entre los españoles europeos. En el año 1809, el primero de enero, fecha en que tradicionalmente eran electos los miembros del Cabildo, protagonizó una asonada en contra del Virrey Liniers. El intento fue desbaratado y Álzaga y los otros complotados fueron desterrados a Carmen de Patagones. Lograron escapar con ayuda de Javier de Elío, que presidía la Junta de Montevideo, opuesta a Buenos Aires. El virrey Cisneros, que recaló en Montevideo antes de su arribo a la Capital, lo disculpó y le permitió regresar.

En julio de 1812 debía estallar una revuelta para desplazar al gobierno independiente, en combinación con los realistas de Montevideo, aprovechando la presencia de tropas portuguesas en la Banda Oriental y el avance desde el Norte de las tropas realistas al mando de Juan Pío Tristán. Esta intentona fue descubierta, Álzaga y otros conjurados fueron juzgados sumariamente y ajusticiados.

Mientras tanto, los ejércitos realistas comandados por Pío Tristán avanzaban por la Quebrada de Humahuaca hacia el Sur. Belgrano, que comandaba el Ejército del Norte, había pedido refuerzos al Triunvirato para resistir a las fuerzas realistas. Pero la orden del Triunvirato fue que el ejército se replegara hacia Córdoba. Belgrano, desde la ciudad de Jujuy, decidió entonces una técnica militar que consistía en una retirada que incluyera a toda la población, arriando los ganados y quemando pastizales, de tal modo que el enemigo, al avanzar, no pudiera proveerse de alimentos y encontrara la tierra arrasada. El 23 de agosto de 1812 comenzó el éxodo desde la ciudad de Jujuy. Esta fecha se conmemora en esa ciudad todos los años con un festejo cívico y este año, en que escribo estas líneas, se cumplirán los 200 años de esa gesta.

Belgrano llegó a la ciudad de Tucumán el 13 de septiembre. Allí encontró un pueblo decidido a resistir a los realistas y a entablar combate. Un grupo de notables, Bernabé Aráoz, Rudecindo Alvarado y Pedro Miguel Aráoz, fue al encuentro del general pidiéndole resistir en esa ciudad. Belgrano desobedeció la orden del Triunvirato y fortificó la ciudad para resistir. El 24 de septiembre obtuvo la victoria en Tucumán.

Este triunfo decidió la lucha por la independencia del Río de La Plata. El avance realista se detuvo y el ejército derrotado retrocedió hasta la ciudad de Salta. La otra consecuencia de ello fue el desprestigio del Primer Triunvirato. A los pocos días de conocerse en Buenos Aires la noticia de la victoria de las armas patriotas, el Triunvirato presidido por Bernandino Rivadavia fue derribado por una revolución.

viernes, 6 de julio de 2012

Asamblea del Año XIII - Antecedentes - 1812 - Parte 2


Segundo trimestre de 1812: Abril, mayo y junio

El Triunvirato produjo un cambio en la redacción de la Gaceta que se anunció en el número del 3 de abril de 1812. Esto se debió a los debates que se produjeron entre los redactores que defendían modos de proceder distintos. Monteagudo, fogoso, partidario de declarar la Independencia, mientras que Pasos Silva tenía una posición moderada. Se remplazó el nombre del periódico con el de Gaceta Ministerial, quitando a los editores, Bernardo de Monteagudo, que editaba La Gaceta, los viernes y Pasos Silva, con El Censor, de los martes, el sueldo que percibían, agregando que: “pueden continuar ilustrando al público con sus con sus periódicos, como lo han hacho hasta aquí, a su cuenta, usando de las facultades y derechos concedidos a todos sus ciudadanos.[1]

El 4 de abril se reunió la Asamblea con el objeto de nombrar un triunviro remplazante por la renuncia de Chiclana. Pero antes, se discutió el carácter de la Asamblea, si era soberana y sus decisiones estaban por encima de la autoridad del Triunvirato. El gobierno no estuvo conforme con esta resolución de la asamblea y la disolvió. [2]

Mientras tanto, los recién llegados, San Martín y Alvear, se dedicaron a crear una logia secreta, al estilo masónico, que se dedicó a erosionar el gobierno del Primer Triunvirato. También la Sociedad Patriótica, con Bernardo de Monteagudo como su principal vocero, protestaron por que consideraban al gobierno como autoritario. 

Manuel de Sarratea dejó su cargo en el Triunvirato para comandar las tropas que sitiaban a la ciudad de Montevideo. Finalmente el Triunvirato quedó conformado por Juan Martín de Pueyrredón, Feliciano Chiclana y Bernardino Rivadavia.

Un ejército portugués, al mando del general Diego de Souza penetró en territorio de la Banda Oriental pretendiendo auxiliar a la sitiada ciudad de Montevideo. El Gobierno de Buenos Aires protestó ante Gran Bretaña por esta medida y Lord Strangford, representante diplomático ante la Corte de Río de Janeiro envió a un mediador a Buenos Aires, Juan Rademaker, con el objeto de llegar a un acuerdo. El 26 de mayo se firmó un acuerdo que obligaba a Souza replegar sus tropas a las fronteras del Brasil. De cualquier forma, el general portugués demoró su retirada esperando una asonada de los españoles de Buenos Aires que se produciría en julio.

La situación de la revolución a fines de junio de 1812 era delicada. Por el Norte, las tropas realistas de Goyeneche amenazaban con invadir Salta y Jujuy. Por el Este, la Banda Oriental estaba ocupada por tropas portuguesas y en la ciudad de Montevideo, estaba ocupada por los realistas.




[1] Gaceta de Buenos Aires, Tomo III, p. 151.
[2] Juan Canter, “El año XII, las asambleas generales y la revolución del 8 del octubre,” en Historia de la Nación Argentina, op. cit. Tomo V, sección segunda, p. 452 a 455.